Lo más difícil de un divorcio es cuando se tienen hijos, ellos son los que más mal la pasan en todo el proceso, sobre todo si se enfrenta de forma equivocada, poniéndolos en medio de una guerra que no buscaron, y sin siquiera tener responsabilidad en la situación. Es por ello que se debe buscar un acuerdo entre ambas partes, para así facilitar el ya de por sí complicado proceso de separación y divorcio. Implica cambios para los que nadie estamos preparados, y hay que tratar de enfrentarlos de la mejor manera posible para reducir el impacto de los daños.
Una de las soluciones más recomendables es la llamada custodia compartida, una resolución legal, en la que ambos padres cuentan con igualdad de derechos y obligaciones relativas a sus hijos. Ambos forman parte de las decisiones importantes en la vida de los menores, como en dónde vivir, dónde estudiar, a qué médico acudir, y un largo etcétera.
Claro que así como se comparten derechos, también se comparten las obligaciones, como lo es la compra de ropa, alimentos, gastos escolares (como mensualidades, uniformes y materiales extras), incluso gastos extras como diversiones, y por supuesto, el tiempo que se debe pasar con ellos para lograr un sano desarrollo emocional y afectivo.
En resumen, la custodia compartida es similar a lo que había antes del divorcio, el compartir opiniones para decidir lo mejor para los menores, pero ahora adaptándose a las nuevas circunstancias. Esta situación legal existe desde el momento del nacimiento, hasta la mayoría de edad, la emancipación, o bien, hasta que haya una sentencia judicial que indique lo contrario, como podría ser que alguno de los padres perdieran los derechos sobre el (los) menor (es), por alguna causa externa, como podría ser que representasen algún riesgo para la seguridad de los mismos.