Para los orientales, hacernos responsables de que cada acto tiene su consecuencia es uno de los principios básicos para vivir mejor.
Lo que somos hoy es el resultado de lo que fuimos ayer, de aquellas cosas que hicimos, de las personas que odiamos o amamos y de las decisiones que tomamos.
A veces es más fácil ver el resultado kármico en las vidas ajenas.
Rápidamente recordamos que una persona que ahora sufre una infidelidad había sido infiel, o vemos cómo alguien que compró un producto robado porque era más barato finalmente no lo disfrutó, ya que no duró mucho en sus manos.
Algunos identifican el karma exclusivamente con una deuda arrastrada desde vidas anteriores. Para la tercera ley de Newton, “de causa y efecto”, todo lo que hacemos tiene una consecuencia.
Budismo e hinduismo: una mirada del karma
7.500 millones de personas vivimos en la Tierra, el 55% pertenecen a religiones monoteístas, piensan y sienten que existe un solo Dios y que maneja todo el asunto. Para el resto, que también son un montón, existen innumerables divinidades que se ocupan de todos los asuntos de la vida y la muerte.
Más allá de cómo sea la percepción de lo divino, unipersonal o plural, la existencia de algo superior que maneja los destinos es inherente al hombre. Existe en todas las personas un sentido profundo de espiritualidad, de comprensión trascendente de la realidad, o de sensación de que estamos “conectados”. Una sospecha de que hay algo más aparte de lo material y concreto.
El “efecto mariposa”
La trama de relaciones interpersonales que nos rodea es intensa y enorme. El efecto mariposa existe. Hemos influido el entorno a diario con las cosas más simples: eso que dejamos tirado en la calle, el mensaje en el celular que miramos justo antes del choque en la esquina, incluso ese mail que mandamos a un antiguo enemigo por error. La sumatoria de las interrelaciones y codependencias es infinita.
Nos encontramos con alguien que hace mucho que no vemos, sorpresivamente y en un lugar insólito: “¿qué haces acá? ¡tanto tiempo!” Pero para una enorme cantidad de personas la casualidad tiene un nombre: karma.
El karma se entiende como el resultado de un movimiento anterior. Y hay que recordar que debido a la interrelacionada trama que nos une y conecta con absolutamente todo lo que existe, cualquier movimiento genera una respuesta. Todo, incluyendo las emociones que sentimos hacia los demás y los pensamientos que tenemos respecto a algo.
Los tipos de karma
Tradicionalmente, el karma se ha separado en tres tipos diferentes de respuestas, que son las siguientes:
1. Prarabdha karma: Karma de manifestación emocional. Karma automático que se recibe y se percibe de manera instantánea, como cuando hacemos algo que nos hace sentir útiles o desdichados.
2. Sanchita karma: Karma de manifestación mental. Este karma está en nuestra mente y se refiere a los recuerdos, sean negativos o positivos, sobre algo que hicimos y no podemos dejar de pensar.
3. Agami karma: Karma de manifestación física. Los efectos en el futuro debido a nuestras reacciones actuales y que viviremos en el fluir de nuestra vida.
¿Cómo podemos mejorar nuestra vida si siempre estamos recibiendo las respuestas de nuestras malas decisiones anteriores? Conociendo las reglas podemos cambiar la respuesta kármica.
Leyes budistas para mejorar la respuesta kármica
1. Ley esencial: lo que das, recibes.
2. Ley de creatividad: cada uno es el creador de las experiencias de su vida, visualiza tu mundo y toma la acción correcta.
3. Ley de humildad: ser agradecido permite evolucionar, nada es nuestro, todo le pertenece a la existencia.
4. Ley de la responsabilidad: todo lo que nos pasa es consecuencia de las propias acciones, pensamientos y sentimientos anteriores, ya sean del pasado o del presente.
5. Ley de conexión: todo está interconectado, cualquier cosa que se haga tiene efecto sobre los demás. Tratemos al otro como queremos ser tratados.
6. Ley de desarrollo: lo único permanente es el cambio, y el cambio es el crecimiento.
7. Ley de focalización: la forma de avanzar es paso a paso, la vista en la meta pero permaneciendo en el ahora.
8. Ley de la generosidad: para vivir una vida abundante es necesario ser generoso, lo que das, recibirás.
9. Ley del presente: el pasado ya pasó y el futuro no llegó, centrarse en el ahora sin lamentarse o auto castigarse por lo que se está viviendo (manteniendo la ley de focalización).
10. Ley del cambio: no podemos cambiar la realidad que experimentamos tomando las mismas decisiones.
11. Ley de la paciencia: todo tiene un tiempo de evolución que hay que respetar. Los movimientos iniciados en el pasado deben agotarse.
12. Ley de la inspiración: haz todo íntegramente poniendo cuerpo, mente y alma para lograr lo máximo disponible.
Actualmente una de las grandes maestras espirituales de la India es Amma, ella dice que “una cosa es segura: sólo experimentamos los frutos de los que lo hemos hecho.
Pero cuando sufrimos no debemos lamentarnos pensando que somos ‘pecadores’. Comprendiendo que ahora estamos experimentando los frutos de nuestras acciones pasadas negativas y que no debemos repetirlas, tenemos que tomar la decisión de llenar de acciones positivas el resto de momentos de nuestra vida”.