Ciertamente los reencuentros son una de las sensaciones más placenteras que pueden existir, específicamente cuando hablamos acerca de dos personas que se aman o se quieren. La distancia muchas veces enfría una relación, pero en otras ocasiones, hace que los lazos se fortalezcan, que el contacto se desee, que el corazón se acelere de solo pensar en un encuentro.
Podemos extrañar a alguien por muchos motivos, bien sea por estar en lugares remotos uno del otro, porque hemos decidido darle pausa a una relación, porque hemos estado ausentes transitoriamente o sencillamente porque ya no está a nuestro alcance.
Cuando no estamos cerca de alguien, cuando no podemos expresarle físicamente nuestro afecto, no podemos tocar, sentir, oler, acariciar a alguien, nuestra imaginación vuela y depende de ese vuelo cómo podrá ser definida esa relación a posterior, si durante la ausencia dedicamos nuestros pensamientos asociados a ese vínculo a restarle importancia a la relación, a menospreciar los sentimientos y a validar la distancia, sencillamente poco a poco dejaremos de extrañar hasta finalmente olvidar.
Si por el contrario, en nuestra mente prevalecen los pensamientos positivos, los recuerdos bonitos y existe la posibilidad latente o remota de reencontrarnos con la persona que extrañamos, las cosas que añoramos, las cosas más sencillas como una conversación en medio de la noche se hace adorable y no queremos otra cosa que no sea revivir esos momentos. La ausencia determinará el curso de una relación dependiendo de los pensamientos y sentimientos que cada uno decida mantener.
Los besos son una de las demostraciones más naturales de amor entre dos personas, la sensación que brinda un beso no tiene comparación con nada y es insustituible… Añorar un beso de la persona que se extraña implica añorar ese espacio de complicidad que solo se forma a través del intercambio de sensaciones que cuando existe amor te transporta al sitio más placentero que pudiésemos conocer.
Extrañar al ser amado, extrañar sus besos y querer que de alguna manera esa sensación de añoranza sea retribuido es una demostración de que los sentimientos están allí, de que el amor existe, de que la necesidad de compartir y de entregarse está latente y resulta un tanto frustrante no poder ejecutar cierto tipo de demostraciones bien sea por un circunstancia elegida o impuesta.
Recordemos que siempre valdrá la pena mantener en nuestro corazón aquellos sentimientos que nos hagan sentir bien, en caso de que nos lastimen tenemos la tarea de evaluarnos, saber si las distancias son negociables, si el dolor es transitorio y cesará cuando una situación acordada cambie o si bien, carece de sentido extrañar a alguien que sabemos de antemano nunca podremos darle ese beso que tenemos atorados en el corazón… en cuyo caso lo más sano es soltar y dejar ir ese amor para darle espacio a uno que no nos hiera solo con pensarlo.